- El deseo de empezar a lo grande: Algunos empresarios se equivocan al creer que cuanto más alto sea el desembolso en la inversión mayor será la posibilidad de triunfar. Lo que al final genera una imagen de marca es la calidad del servicio o producto y no gastos innecesarios.
- No arriesgar el dinero de su bolsillo: Los inversores lo primero que preguntan es la cantidad que invertirá el empresario. Si éste no es capaz de arriesgar su dinero, difícilmente los demás puedan hacerlo.
- Desplegar desde el principio todos los recursos: Este es uno de los errores más habituales y que suele dar al traste con toda la idea de negocio. En lugar de sacar al mercado varios servicios o productos, lo más adecuado quizás sería centrarse en uno que sea viable y que permita mantener los costos. Adentrarse en el mercado con una variedad de artículos no lleva a ningún sitio bueno.
- La necesidad de contratar empleados de manera inmediata: Existe el riesgo de que el personal asalariado no adquiera un gran compromiso con el negocio, como ocurre con el propietario o gestor.
- En realidad, hay que acercarse a los inversores cuando el empresario ya tiene probado que triunfa el modelo de negocio y precisa de capital para ampliar operaciones.