Hoy en día hablar de innovación en diseño es hablar de Design Thinking. Pero primero analicemos a qué nos referimos con innovación. Innovar se define como «cambiar las cosas introduciendo novedades» y para lograr esto, es indispensable partir de un estudio que muestre las necesidades del público para obtener mejores resultados que las cubran.
La relación entre la innovación y el diseño es aún más intrínseca. El diseño implica el generar un cambio, de lo contrario sería un copia de lo pre-existente, este cambio puede ser o no radical en función de las necesidades que se busquen cubrir y el propósito que se busque. Y es por eso que
cuando hablamos de la innovación en el ámbito del diseño no sólo nos referimos a las corrientes estéticas y las tendencias gráficas sino que buscamos desarrollar un diálogo sobre las necesidades, la funcionalidad y los resultados del diseño como herramienta para desarrollar proyectos en cualquier ámbito.
Design Thinking es el método que actualmente los diseñadores buscan implementar ya que tiene como principal objetivo generar ideas innovadoras con el propósito de solucionar necesidades reales. Esta metodología tuvo sus inicios en los años 70 en la Universidad de Stanford en Estados Unidos y se traduce al español de manera literal como Pensamiento de Diseño, es decir, la manera en la que se piensa el diseño.
Para Tim Brown, profesor de ingeniería en la Universidad de Stanford y CEO de IDEO -consultoría en innovación-, Design Thinking es «una disciplina que usa la sensibilidad y métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable de negocios puede convertir en valor para el cliente, así como en una gran oportunidad para el mercado». Esta metodología promueve la implementación en cualquier empresa conectando el pensamiento analítico junto con el pensamiento creativo para generar valor a través de resultados efectivos.
El Pensamiento de Diseño tiene que analizar y cubrir tres elementos fundamentales para desarrollarlo y al mismo tiempo poder medir su efectividad: las necesidades de las personas, que sea tecnológicamente factible y una estrategia viable de negocio. Considerando estos tres puntos se puede implementar un modelo de negocios que esté bajo un análisis constante y dialéctico con la finalidad de generar un impacto progresivo.
Al tomar en cuenta las necesidades tanto implícitas como explícitas de las personas, debemos partir del fundamento que el «cliente» es una «persona», ya que no estamos hablando de una relación comercial en una primera fase, sino de una relación que presenta necesidades humanas, y posteriormente se le va dando un enfoque mercantil a la relación. La posibilidad de fortalecer el impacto del proyecto dependerá de la facultad de satisfacer esas necesidades humanas detectadas y canalizadas desde los inicios del proyecto.
Para esto se debe considerar que la implementación sea tecnológicamente factible, es decir, que se tengan las herramientas y técnicas suficientes para poder desarrollarlo, de nada sirve tener una idea que no se puede llevar a cabo por falta de equipo, o incluso, por falta de dinero y es por eso que considerar la viabilidad económica es básico para el desarrollo del proyecto. Realizar un plan o modelo de negocios es el punto de partida de cualquier proyecto.
Considerar estos tres puntos mencionados es sólo el principio para desarrollar un proyecto con un enfoque de Pensamiento de Diseño. En el siguiente artículo seguiremos hablando de lo que propone esta tendencia de diseño y del proceso de 5 etapas que conlleva esta metodología.